Casi cuatro años después vuelvo a los teclados para publicar
de nuevo en este blog, pero desde una perspectiva totalmente diferente, la
perspectiva del punto de vista, de la opinión, claramente sobre lo mismo, el
deporte. Han sido cuatro años en los que habré adquirido una serie de
conocimientos y de aptitudes pero sobre todo una forma de pensar, mucho más
crítica con el entorno que nos rodea, tanto a nosotros, las personas, como al
deporte actual.
Desde pequeño uno ve por la televisión todos esos grandes
eventos deportivos, como lo pueden ser una final de la Champions League, un
Wimbledon, o los All Star de la famosa NBA, y siempre piensa: ¡Ojalá algún día
pueda ir! Pues la pasada semana, aquí en nuestra isla, Gran Canaria, tuvimos la
suerte de que se celebrase durante cuatro días un evento de tal magnitud deportiva,
mediática, social y económica, la Copa del Rey de la ACB. Los ocho mejores
equipos de la liga hasta el momento acudirían a la isla para intentar lograr el
título en cuatro intensos días. Yo pude presenciar en directo la tercera
jornada, en la que se disputaban las semifinales, dos auténticos partidazos:
Barça – Unicaja y R.Madrid – Fiact Joventut. Como se preveía la final volvería
a ser un clásico entre el equipo de la capital española y el cuadro catalán.
Lo vivido durante una tarde en ese majestuoso pabellón fue increíble,
sin duda alguna una de las mejores experiencias deportivas de mi vida. Todos
los equipos dieron un gran espectáculo, y también sus aficiones, destacando a
los malagueños y a los del Joventut, que no pararon de animar durante todo el
partido. El nivel de organización del evento fue acorde con la ocasión,
apreciándose una gran implicación de todos sus miembros, tanto de trabajadores
como de voluntarios.
Cabe decir que el baloncesto no es mi deporte principal, o
el que más siga, toda mi vida he jugado al fútbol, pero cada vez me doy más
cuenta de que el deporte de los gigantes mueve mucha más educación, cercanía y
humildad, entre otras cosas, donde la formación cuenta, y mucho, por ello dicen
que es “el deporte de los universitarios”, y tienen mucha razón. En cuatro días
un evento ha dejado claro la importancia de los valores morales y de la
educación del deportista, tanto fuera como dentro de la cancha. Es cierto eso
de que en la cancha no hay amigos, pero lo que hay es rivales, no enemigos.
Una gran organización, una isla implicada, unos excelentes
deportistas, unas incansables aficiones, un pabellón de lujo y un honrado
deporte hicieron que se pudiese llevar a cabo una espectacular Copa ACB.
Carlos Castellano.
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